Enfermedades del alma
Tú, posibilidad infinita e incierta. Deja de arañarme el alma y si lo haces que sea para arrancar todo lo que amarga, y no para dejar otra herida; que me estoy quedando sin hilo para coserme. Ojalá fueras cicatriz para saberte curado. Pero no hieres tú, hiero yo misma. Me arranco toda cicatriz que nace en mi con la intención de sanar mejor; vaya a ser que me infecte, nuevamente, de esa locura por la que todos suspiran, de esa enfermedad, de eso que llaman amor. Porque, cariño, si no estás tú ¿quién me va a cuidar cuando enferme? C.