Comunicación II
La conexión, intermitente, llega a tu vida, con un café de por medio o tal vez una cerveza. Tal vez llega vestida de traje y pajarita, tal vez sonríe hasta que se le achinan los ojos, o simplemente, intenta no parecer excesivamente emocionada de verte. Esa conexión llega latiendo; ya latía antes de verte ¿lo sabías? Tú también lo hacías, ambos latíais, puede que a ritmos distintos. Cuando la conexión llegó a ti, te pareció soñar, creías que no se podía estar más feliz. Habías llegado al tope, si seguías riéndote de sus chistes malos iba a explotar el mundo entero; a ti eso te daba igual, siempre y cuando fuera a su lado. La conexión sufría de interferencias, tal vez era tu voz la que no llegaba, o eran sus brazos los que no abrazaban como antes. Quizá la llama se consumió, tal vez el mar se comió el castillo de arena sin permiso y ahora son las sirenas las que disfrutan del futuro que vosotros habíais creado. No os quedaban ganas de volver a reanimarla. La conexión se perdió. Fuera de