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Mostrando entradas de abril, 2018

Descuidarse es tan fácil que no eres consciente de cuando empiezas a hacerlo. Cuando te fuiste me prometí a mi misma no dejarme, no olvidarme de mí. Me he fallado. Que duro reconocer que he dejado de quererme, que he dejado de cuidarme, mental y fisicamente; y es que no eres consciente de que te has dado la espalda, simplemente un día te das cuenta que hace mucho que no lloras, que hace mucho que no sientes, que no te ríes, que no te apetece levantarte. De repente eres consciente de que has recaído. Que la tristeza sin sentido ha vuelto a anidarse en mi cabeza y que mi corazón sigue latiendo sin que yo quiera, que vuelvo a revivir el día que me alejé de ti en el taxi y que vuelvo a sentir la ansiedad que da verte perdida, sin rumbo. Solo hay dos formas de afrontar la herida, dejarla sangrar o querer taparla. Yo decido dejarla sangrar, que me desangre hoy mismo si hace falta, pero tu recuerdo no vuelve a herirme. No le voy a permitir taladrarme, no le voy a permitir hacerme sen

La Manada

Mientras veía el fallo de la sentencia de la Manada, leía en Twitter a todas las mujeres gritando de rabia, llorando y sufriendo, todas a una. Éramos una, sin conocernos, sin saber nada las unas de las otras, estábamos juntas. Me emocionó vernos así, organizando una concentración un par de horas antes y con resultados tan brutales. No estás sola hermana. Y si todo esto fuera poco, si aún no me había dado tiempo a reaccionar, si aún no había conseguido empatizar con la víctima (no presunta víctima, la víctima) hoy he escuchado los relatos de la violación:  Relato de la violación No he dejado de llorar aún, y es que cuántas veces he imaginado que me pasaba, cuántas veces volviendo a casa he sentido ansiedad solo por el miedo a que me pasase algo. No es tu culpa. No lo es. Ni se te ocurra pensarlo. No puedo ni imaginarme como lo puedes estar pasando, pero ten claro, que no estás sola, todas estamos contigo. Ojalá pudiera escribir algo más reconfortante o pudiera dar algo de luz a

Sigo sin saber a que saben los miércoles amarillos.

Hay días que saben a antes, a cuando después de clase te escribía; pero no con el frío, al contrario, sabe a esos días en los que estás agusto sin más, en los que no buscas ningún afecto y aún así, sabe a esos días en los que después de clase te escribía. Sin esperar respuesta, sin esperarte, simplemente el sol y el sonido de la primavera despertando. Yo diría que hoy es un día amarillo, de esos en los que te fijas en como han crecido las hojas de los árboles, que se habían quedado desnudos después del invierno, de los que no te importa ir sin auriculares por la calle, de esos días en los que no ha pasado nada fuera de los normal pero la rutina no molesta. Es de esos días en los que no importa subir al piso por las escaleras. Por un momento he pensado en ti, ha sido muy vagamente, y es curioso porque ni siquiera entras en la rutina, solo sé que en días como los de hoy pega escribirle a alguien que no está tan mal la vida, que no estoy tan jodida. C.

3 de Abril

Hoy mientras escucho a The Lumineers con el bolso lleno de libretas y papeles a medio grabar, con la mochila del portátil y el chaquetón en la mano del buen tiempo que hace, siento que cualquiera se podría enamorar de mí; mientras llevo las manos azules de la tinta y la nariz roja de todas las veces que me he sonado los mocos, mientras llevo la falda subida y las medias bronceando mis piernas siento que cualquiera podría enamorarse de mí, cualquiera que no seas tú, ¿y sabes qué? Es genial sentirse así. C.