Recalculando

Cuando fuera llueve y dentro tampoco hace sol es más fácil pensarte y desear que vuelvas a abrazarme. C.

A veces paso más tiempo del que me gustaría reconocer pensándote. Ya no es solo tu recuerdo el que se pasea por mi mente, es tu presente. Apareces en mis sueños, me abrazas y me secas todas las lágrimas. Cuando me despierto recuerdo que no existes, que eres fruto de mi imaginación y aunque la nostalgia se pasa, mi resaca aún pide a gritos que vuelvas a mimarla. A veces te olvido rápido y sin esfuerzo, pero hay otros días que tu perfil sale en mis últimas búsquedas y como a un gato, me mata la curiosidad. Y muero más de siete veces. A veces cuando menos me lo espero estás en mi cabeza, a veces me esfuerzo por recordarte. No sé como acabarte, te dejo a medias. C.

Me pregunto si intentamos comunicarnos sin querer. Si tú estás pensando que yo te estoy pensando, si sabes que lo hago, y me piensas. Me pregunto si alguna vez hemos hablado inconscientemente. Puede, pero yo no suelo funcionar así, sé que me lees, sé que me ves, sé que lo haces; por eso escribo lo que quiero que leas. Escribo sobre ti y no lo hago para que me quieras, lo hago porque quiero; también hablo de mi, y a mi me gusta escribir sobre ti, de nosotros, de lo que fuimos y seguramente de lo que no seremos. Lo he hecho desde que te conocí, hacer poemas sobre tus lunares, a veces no metafóricamente. El caso es que me sorprende como las redes sociales, más allá de comunicarnos con el mundo, también nos conecta a los que no queremos separarnos, inconscientemente a veces y otras tantas, de forma intencionada. Puedes escribir un pie de foto, subir una historia, grabar una canción o darle a fav a ese tweet en el que alguien ha escrito que él también echa de menos. Todo esto lo puedes